octubre 29, 2012

D'un vampire à la Lune

Aquella noche cuando salió vio todo tan iluminado que por un momento pensó haberse equivocado en su hora para despertarse. Casi instintivamente dio un salto atrás, antes de darse cuenta de que esa luz no le hacía ningún mal; para un vampiro neófito como él los efectos de las luces y las sombras eran tan intensos y nuevos que no distinguía la luz de la Luna de la del Sol tan rápidamente. Es más, hasta el momento no había visto la luz lunar, y la del Sol era un recuerdo casi olvidado de hacía unas semanas. Por eso exploró cautelosamente la claridad del campo frente a la casa en ruinas donde descansaba, la misma casa que hacía tan poco había usado su creador para atentar contra el balance natural de la vida y la muerte.

octubre 25, 2012

La modista

Ella tenía fama de ser la mejor modista del país. Se decía que nunca se equivocaba al medir, cortar, arreglar... era perfeccionista, si no perfecta en su oficio.
Un día la señora M... llegó a pedirle un vestido. Como era obvio, la modista tomó las medidas pertinentes y fijó el plazo y el precio: como mínimo seis meses para hacerlo por 15 monedas de oro (su trabajo siempre era perfecto y costaba).
Pasó el tiempo y volvió madame M... por su traje. Lo pagó y se lo midió detrás de una cortina de la casa, probándose lo que compraba. Cuando salió, los ojos de la modista cambiaron de color: ¡nada menos que una ballena metida en uno de sus preciosos vestidos! ¡La idiota había engordado en seis meses y casi no entraba en él!
Sus trajes eran perfectos, nada que discutir; lo que no cuadraba era la clienta.
Con paciencia tomó sus tijeras, aguja e hilo, y arregló lo que sobraba.

La Ciudadela


Día 3 (¿?) aquí, primer día de este registro.

Hace ya varios días que no veo a mis compañeros de viaje. Creo que me perdí aquí. ¿Dónde? No tengo la menor idea. He recorrido este lugar pero no encuentro la salida, ni siquiera una posible entrada. Las paredes de los corredores y los cuartos están hechas de piedras negras y ásperas, bastante duras, sin ninguna decoración ni nada parecido. Pensándolo bien esto es como un laberinto, pero uno no se da cuenta sino hasta después. Es difícil saber cuánto tiempo he estado aquí; no se puede ver la luz del sol. No hay tragaluces. No hay ventanas. Pienso que días, horas y todas las medidas de tiempo que usamos devienen obsoletas en este lugar, pero es la única forma que tengo por ahora de percibir (tratar de percibir) que sigo en el mundo de los vivos.

octubre 24, 2012

Bienve... no, mejor otra cosa...

¡Fuera de aquí! ¿No ven que todavía está en proceso? Y esto es de no acabar. Mientras las paredes de una casa ya están hechas se desvanece un adoquín de la calle que lleva al puerto al tiempo que se tuerce la sección de muralla que perdura de siglos atrás. Es un caos que no parece mejorar sino todo lo contrario mientras pasan los minutos. Se ven desorientados, así que lean bien lo que escribo: ¡Fuera de aquí!
¿No? ¿Tan seguros creen estar? En tal caso...