octubre 25, 2012

La modista

Ella tenía fama de ser la mejor modista del país. Se decía que nunca se equivocaba al medir, cortar, arreglar... era perfeccionista, si no perfecta en su oficio.
Un día la señora M... llegó a pedirle un vestido. Como era obvio, la modista tomó las medidas pertinentes y fijó el plazo y el precio: como mínimo seis meses para hacerlo por 15 monedas de oro (su trabajo siempre era perfecto y costaba).
Pasó el tiempo y volvió madame M... por su traje. Lo pagó y se lo midió detrás de una cortina de la casa, probándose lo que compraba. Cuando salió, los ojos de la modista cambiaron de color: ¡nada menos que una ballena metida en uno de sus preciosos vestidos! ¡La idiota había engordado en seis meses y casi no entraba en él!
Sus trajes eran perfectos, nada que discutir; lo que no cuadraba era la clienta.
Con paciencia tomó sus tijeras, aguja e hilo, y arregló lo que sobraba.

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